EL
MUNDO
27 abril
2019
El
científico que quiere que comas menos para que vivas más
Cristina G. Lucio
El científico holandés subraya que una
alimentación frugal no sólo tiene beneficios para la salud, sino que puede ser
clave para combatir el envejecimiento
La primera vez que supo que sería científico, Jan Hoeijmakers (Sevenum, Holanda,
1951) tenía solo cuatro años. En aquel entonces, su mente infantil no pudo
definir con precisión un futuro entre probetas y tubos de ensayo, pero sí tuvo
claro que se dedicaría a averiguar el porqué de un misterio que aún le sigue
fascinando: el envejecimiento.
"Recuerdo un día en especial, que estaba con mi abuela,
y me fijé en lo pequeña que era y en todas las arrugas que tenía. Y quise saber
qué desencadenaba todo aquello", rememora minutos antes de dar una charla
en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).
Desde su laboratorio del Erasmus
Medical Center de Rotterdam lleva casi 40 años
profundizando en las claves que explican por qué los años introducen tantos
cambios en el organismo humano. Y ha descubierto unas cuantas cosas
interesantes.
Por ejemplo, que el envejecimiento tiene mucho que ver con
el daño que el ADN de nuestras células sufre cada día. O que hay un lazo que
une estrechamente el hacerse mayor con enfermedades como el cáncer o la
demencia.
Pero, sin duda, su hallazgo más singular es el que sugiere
que la restricción dietética, la reducción de las calorías que consumimos cada
día, puede ser un factor clave para retrasar la vejez y todo lo que lleva
aparejado.
"Comenzamos estudiando los procesos de reparación de
ADN en modelos animales con progeria, una enfermedad
en la que el envejecimiento es prematuro", explica con entusiasmo el
holandés. El objetivo de su grupo de investigación era averiguar de qué forma
podían controlarse esos mecanismos y, por ende, ralentizar los efectos de esa
vejez acelerada. Por eso, entre otras cosas, estudiaron el impacto de la dieta.
Y "en un verdadero momento eureka", encontraron
que una reducción calórica del 30% producía en los animales estudiados, con una
mutación en un gen de reparación del ADN, un efecto tremendo: no sólo
envejecían menos, sino que lo hacían de forma mucho más lenta y sus neuronas se
mantenían en mejores condiciones.
Los resultados del trabajo se publicaron en la revista Nature en 2016, pero Hoeijmakers,
uno de los científicos que, recientemente, impartieron el ciclo 'CNIO Distinguished seminars' en el
centro de investigación madrileño, los resume en un par de frases:
"Nuestro trabajo muestra que la causa del envejecimiento radica en los
daños que sufre el ADN. Y la dieta es un factor que permite disminuir esos
daños".
PREGUNTA. ¿Cómo se explica este efecto
protector?
RESPUESTA. Ante una restricción calórica,
el organismo responde invirtiendo sus esfuerzos en mecanismos de defensa, para
protegerse y ser más resiliente. En cambio, cuando
tiene suficiente comida, lo que 'piensa' es que todo va bien, que no hay nada
que temer. Y el daño es más rápido.
P. ¿Y cuál sería la dieta perfecta
para no envejecer?
R. Todavía no lo sabemos. La
mayoría de estudios se han hecho en ratones, que tienen muchas cosas en común
con los humanos, pero no son humanos. Y lo que hemos visto es que los efectos
más potentes se dan con una restricción general, no sólo de un componente de la
dieta.
Hoeijmakers está convencido de que los
efectos protectores de una alimentación frugal van mucho más allá de poder
retrasar la llegada de la tercera edad. Según su hipótesis, que -remarca- está
probando en ensayos clínicos, también podría contribuir a reducir los efectos
secundarios de la quimioterapia, prevenir la aparición de enfermedades
neurodegenerativas o favorecer una mejor recuperación tras una cirugía.
"Y, sin embargo, lo que normalmente se recomienda es
justo lo contrario, comer para estar bien preparado", subraya.
P. ¿Por qué se producen esos daños
en el ADN?
R. El material genético se daña
continuamente debido a múltiples factores. ¡Incluso por el agua! Cada día,
10.000 bases del ADN se pierden a causa del agua. También la radiación, el
calor, o nuestro propio metabolismo contribuyen. Es inevitable. Y esos daños
celulares no siempre pueden repararse, así que se van acumulando. Sabemos que
muchos de ellos conducen a la aparición de tumores. Es por eso que el envejecimiento
y el cáncer están relacionados, a través de los daños en el ADN.
P. ¿Seremos capaces de frenar el
envejecimiento y esas enfermedades que lleva asociadas?
R. No, creo que no seremos capaces
de detenerlo, pero sin duda sí de retrasar la vejez y de promover un
envejecimiento saludable. Hoy en día, la edad máxima que puede alcanzar una
persona no supera los 120 años, pero creo que, si el estilo de vida, incluyendo
la alimentación y la actividad física, se optimiza desde la niñez para reducir
el daño del ADN, la gente podrá superar los 140 años en el próximo siglo.
P. Suena a ciencia ficción
R. Puede ser un gran cambio.
Quizás seamos capaces de trabajar hasta los 100 años. Si sigues estando activo
y bien, ¿por qué no contribuir a la sociedad? Eso además solucionaría el
problema de las pensiones, entre otras cosas.